Todo el mundo en la empresa está siendo evaluado constantemente. Esta evaluación es informal y sirve para corregir desviaciones de las conductas buscadas y deseadas, y recompensar el desempeño adecuado y competente o castigar lo que se considera inadecuado.
Al ser informal y no sistemático, el sistema, así como la forma, en que se evalúa, las bases y los acuerdos pueden seguir pautas y criterios que no van a favor del interés y desarrollo de la empresa, sino de individuos particulares o grupos de poder dentro de ella. No será un sistema de medición objetivo y racional.
El superior de un empleado realiza una evaluación informal casi continuada. Tanto es así, que puede considerar que las evaluaciones formales son innecesarias. Una evaluación formal lleva tiempo y detiene el trabajo diario, por ello, las evaluaciones formales sistemáticas no siempre son bien recibidas en la jerarquía lineal.
En otros casos, los superiores ven en las evaluaciones formales un alivio frente a la tesitura de tener que ser ellos quienes digan quiénes cumplen en su puesto de trabajo y quiénes no lo hacen, lo que podría suponer la pérdida del ambiente de amistad y camaradería que consideran fundamental para el funcionamiento del grupo. Podría incluso predisponer a algunos de sus subalternos en su contra.
El superior debe participar pero no debe ser el único responsable del informe.
El Departamento de RRHH se ocupa de las evaluaciones de todos los empleados. Esta centralización dota de uniformidad al diseño y a la práctica de las evaluaciones, lo cual permite comparar los resultados de grupos similares de empleados situados en distintos lugares de la organización.
El enfoque de la evaluación puede ser distinto según el tipo de puesto y su situación en la organización.
El Departamento de RRHH diseña el sistema de evaluación, pero la evaluación suele ser tarea del superior inmediato del empleado.
Al ser informal y no sistemático, el sistema, así como la forma, en que se evalúa, las bases y los acuerdos pueden seguir pautas y criterios que no van a favor del interés y desarrollo de la empresa, sino de individuos particulares o grupos de poder dentro de ella. No será un sistema de medición objetivo y racional.
El superior de un empleado realiza una evaluación informal casi continuada. Tanto es así, que puede considerar que las evaluaciones formales son innecesarias. Una evaluación formal lleva tiempo y detiene el trabajo diario, por ello, las evaluaciones formales sistemáticas no siempre son bien recibidas en la jerarquía lineal.
En otros casos, los superiores ven en las evaluaciones formales un alivio frente a la tesitura de tener que ser ellos quienes digan quiénes cumplen en su puesto de trabajo y quiénes no lo hacen, lo que podría suponer la pérdida del ambiente de amistad y camaradería que consideran fundamental para el funcionamiento del grupo. Podría incluso predisponer a algunos de sus subalternos en su contra.
El superior debe participar pero no debe ser el único responsable del informe.
El Departamento de RRHH se ocupa de las evaluaciones de todos los empleados. Esta centralización dota de uniformidad al diseño y a la práctica de las evaluaciones, lo cual permite comparar los resultados de grupos similares de empleados situados en distintos lugares de la organización.
El enfoque de la evaluación puede ser distinto según el tipo de puesto y su situación en la organización.
El Departamento de RRHH diseña el sistema de evaluación, pero la evaluación suele ser tarea del superior inmediato del empleado.
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